U.B. Lindström, Profesor

Se acaba el tiempo, entretanto, nosotros estamos destruyendo los recursos del planeta. Esto debe cambiar y puede ser cambiado. Tú puedes participar.!Actúa hoy!

U.B. Lindström, professori

Eero Paloheimo, Profesor

Tenemos prisa. No nos quedan siglos, sólo tenemos unas décadas de tiempo. Poresta razón, son necesarias acciones rápidas y efectivas. Los ejércitos son la única posibilidad

Eero Paloheimo, professori

Iniciativa presentada a las Naciones Unidas:

Al Secretario General y al Secretariado de las Naciones Unidas.
Helsinki 4.11.2014

Nosotros, los abajo firmantes, nos dirigimos a ustedes a causa de nuestra preocupación por el medio ambiente. En muchas partes del mundo el deterioro del medio ambiente puede ponerse directamente en relación con problemas sociales entre la población local.

Estos acontecimientos tan dañinos se han acelerado, y a menudo agravado, mutuamente. Es de temer que este proceso pueda alcanzar un inadvertido ‘punto de no retorno’ tras el cual ya no pueda ser revertido, o ni siquiera detenido, por la intervención humana.

En las próximas décadas sólo se podrá parar el avance de este proceso mediante contramedidas fuertes y eficaces. Proponemos para su consideración la idea de que el gasto global en armamento sea redirigido (junto con otras medidas) a abordar el deterioro social y medioambiental de una manera más concentrada que en el presente.

Proponemos acciones en proyectos que requieran recursos a gran escala, tanto de mano de obra como de equipamiento; estos incluirían proyectos agroforestales y reubicación de bosques, plantas y animales con miras a evitar el calentamiento global. Tales proyectos ayudarían a evitar las peores catástrofes; también ayudarían y fomentarían la estabilidad social y el empleo a nivel local, suponiendo que se empleara mano de obra local.

El gasto total en armamento mundial gira en torno a los 1’5 billones anuales; tal gasto puede ser puesto en perspectiva comparándolo con el coste estimado de la reforestación de todo el desierto del Sáhara, que supondría una sexta parte del gasto anual en armamento mundial. Este ejemplo ilustra claramente el alcance del potencial necesario para actuar en este asunto, si se encontrara la voluntad política.

A nivel político, es una práctica comúnmente aceptada que el ejército sea llamado para ayudar a aquellos afectados por desastres medioambientales repentinos e inesperados. Sería, por tanto, una lógica extensión de esta práctica emplear tal recurso en contrarrestar los efectos de unas catástrofes que gradualmente aumentan en escala y en importancia; todo esto con la ayuda, es de esperar, de las ONGs locales.

Esperamos seriamente que las Naciones Unidas tengan en consideración motivar la realización de una iniciativa global para llevar a efecto las supradichas proposiciones y para la redistribución de las fuerzas armadas en una nueva tarea tan pronto como sea posible. Esta iniciativa tendría también un efecto bien tangible en promover la paz mundial.